“Cuando sientes ansiedad, te preocupas mucho por cosas que son poco probable que sucedan, o si suceden, son mucho más manejables de lo que crees y menos dramáticas. Pero la ansiedad no te deja ver eso, te hace sentir como si fuese una catástrofe total sin salida”. Esa reflexión me cayó a pelo porque a raíz de lo sucedido la semana pasada en Perú, tuve un déjà-vu que -a posteriori puedo decir- me generó ansiedad durante cinco días.
Después de 25 años fuera, quise por una vez dejar de “huir” el día de mi cumpleaños del frío europeo tan típico de enero (así lo hice los 21 años que viví en Alemania) y celebrar mis 50 años en Lima con mis amigos, familia, en mi ciudad, con mi comida, con música de “mi época”, etc. Todo planeado al detalle y pagado desde hace meses. Pero dada la continua y siempre efervescente inestabilidad política y social en Perú, un intento de autogolpe de estado ocasionó protestas que provocaron disturbios, que provocaron enfrentamientos, que provocaron que el gobierno decrete estado emergencia lo que incluye suspensión de garantías individuales como libre tránsito, libertad de reunión, derecho a la inviolabilidad de domicilio, etc.
Una situación terrible, muchas personas perdieron la vida, se acumulan los daños a la propiedad privada y pública por vandalismo criminal y las “noticias” sensacionalistas lo pintan todo aún más terrible. Mi familia y amigos están allá, por eso mismo, que cunda la preocupación es natural. Sin embargo, el déjà-vu que viví al enterarme de la declaración del estado de emergencia me transportó a los años 80 y 90, épocas en que vivimos en Perú los azotes del terrorismo, precisamente por esos estados de emergencia y sus nefastas consecuencias. En más de una década bajo esas circunstancias murió muchísima gente, amigos míos también y aquello, sin que yo lo hubiera solicitado, marcó mi adolescencia y recién hoy, me doy cuenta de que dejó una marca de relevancia traumática.
Durante 5 días viví una montaña rusa de emociones tal vez desproporcionada, considerando que yo estoy aquí, disfrutando la vida, a salvo y en paz. Obviamente la empatía y el amor por la familia y los amigos me generó preocupación ante los acontecimientos, además, el yo estar a 3 semanas de mi llegada a Lima me hipersensibilizó a esa ola de violencia y al decreto de estado de emergencia. Amigos me hicieron ver que en ese par de días no parecía yo misma. Algo que acrecentó el efecto fue que hace casi 7 años yo decidí conscientemente no leer, ver ni oír noticias (eso lo había explicado en otro ensayo). De pronto me vi forzada a ver noticias para poder tomar una decisión informada sobre si cancelar mi viaje o no, lo que me confrontó con tanta violencia, que ocasionó un déjà-vu. Y no es que, por ejemplo, la violencia de la invasión y destrucción de Ucrania no me deje perturbada, me choca mucho la violencia en general y soy muy sensible a la violencia social, pero se siente mucho más cuando la violencia la ves en lugares que reconoces como “tuyos”, donde viven tus amigos y familia.
¿Qué fue lo que me ayudo a salir de esa situación de ansiedad en la que me estaba metiendo? Extraerme de la situación y ser observadora de mis emociones, de los pensamientos que ellas generaban y de las actitudes resultado de esos pensamientos distorsionados y desmesurados que empecé a tener a causa de ese déjà-vu. Una vez que pude ser observadora de lo que sentía y pensaba pude reconocer lo que ocurría y dejar salir todo ese dolor traumático que llevaba dentro llorando cuarenta minutos con mi marido al teléfono. Ese llanto profundo fue necesario para limpiar de alguna manera la tormenta de ansiedad que se formaba en mi interior.
Pude comprobar en carne propia eso de “parar-pensar-actuar” de modo consciente, haciendo un esfuerzo para salir del autopiloto. Sabemos que no es fácil volver a la armonía cuando nos encontramos ante un estímulo que uno valora como amenazante, estresante etc. Decidir qué respuesta queremos dar es clave para romper ese piloto automático y retomar el mando de nuestras emociones. PARA, PIENSA Y ACTUA. Podemos usar esta frase cada vez que aparezca un estímulo “amenazante” y acompañarlo de un par de respiraciones profundas. Esto ayudará a incrementar nuestra consciencia y tiempo de reacción, disminuyendo el patrón reactivo y nos librará de la reacción inconsciente, del autopiloto.
Cuando nuestra mente genera pensamientos que no llevan a la dicha, paz, felicidad, alegría, tenemos que extraernos de nosotros mismos para detenerlos. Está bien experimentar emociones de tristeza, son tan válidas como cualquier otra emoción, pero no podemos dejar que tomen el control y se expandan generando ansiedad porque eso terminará por enfermarnos de manera crónica. Tenemos que evitar caer en la preocupación sin sentido que finalmente lleva a sufrimiento innecesario.
Debemos estar alerta para darnos cuenta cuándo salimos de nuestra paz, descubrir qué pensamientos nos sacaron de allí para poder manejarlos y volver a nuestro centro. Es cuestión de práctica. Cada vez lo haremos con menor esfuerzo y será más difícil que algo nos saque de nuestro centro.
Cuando nuestra mente no está en el presente, cuando intenta controlar el futuro, el pasado, cuando va saltando de una catástrofe a otra en nuestra imaginación nos genera miedo y el miedo es siempre un error. El miedo es lo que más nos quita la paz. La ansiedad es el miedo a cosas que ni siquiera han sucedido aún. No se trata de negar la evidencia, sino de darle valor en su justa medida. Tampoco se trata de sentarse en flor de loto para meditar o hacer yoga. No es eso lo que nos trae paz, sino la predisposición de querer estar en paz como para hacer yoga y meditar es lo que nos trae paz. En LA PREDISPOSICIÓN MENTAL DE QUERER ESTAR EN PAZ, con la mente silenciada, ahí reside nuestra fortaleza.
¿Y tú, has pasado por situaciones de ansiedad?
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¡Excelente reflexión y conclusión! Gracias, Ana María. Espero que la situación en tu país vaya mejorando para todos.
Muchas gracias, Elizabeth 🙂 Toma un esfuerzo consciente poder ser observador de sus propias emociones y pensamientos para poder parar el autopiloto. Y sí, ojala que la situación del país mejor. La verdad no veo aún cómo, pero espero que mejore para todos. Gracias otra vez.