LA MUJER MARAVILLA NO SE SOBRE-ESFUERZA

Ya había publicado ensayos sobre la importancia de saber pedir y saber recibir ayuda. Este ensayo nace a raíz de la reflexión con un amigo sobre su hija adolescente. Decidí escribir el tema desde esta perspectiva concreta porque sé que no es un caso aislado, y porque me recordó muchas situaciones que yo misma he vivido, así como también situaciones de otras mujeres de las que yo he sido testigo.

Una respuesta casi constante de su hija cuando él la quiere ayudar en algo es que no, que la deje “hacer todo sola porque ella es una mujer capaz e independiente”.  Hasta ahí eso me parece magnífico, además todos somos seres capaces e independientes. Y me parece además fantástico que una joven adolescente sea tan consciente de su poder y su autonomía. El problema viene cuando creemos que tenemos que demostrar todo el tiempo y a todo el mundo que somos seres capaces e independientes y creemos que tenemos que hacer todo solas, por nuestra cuenta, siempre. 

Es este el tipo de socialización que ha llevado a muchas mujeres a la creencia limitante de que es de débiles pedir ayuda. Ese mantra que te dice que una mujer fuerte se tiene que valer por sí misma todo el tiempo y en toda circunstancia y que es prácticamente vergonzoso no poder con todo sola.

Cuántas mujeres nos pusimos por décadas muchísimo peso extra encima porque nos vimos en la necesidad de hacernos un lugar como mujeres fuertes y soberanas. Y no tiene nada de malo ser mujeres soberanas, independientes y fuertes. Al contrario, me parece genial porque de hecho sigue habiendo un desbalance de oportunidades entre hombres y mujeres hoy en día. El problema viene cuando creemos que lo debemos ser SIEMPRE y en cualquier aspecto y bajo cualquier circunstancia. ¿Y por qué es un problema? Porque nadie puede con todo, todo el tiempo. Es genial que cada persona, da igual si hombre o mujer, haga su mejor esfuerzo siempre, pero si ve que con un esfuerzo individual normal no es suficiente y que se está sobre esforzando, que está intentado hacer cosas que van más allá de sus propias fuerzas, entonces aquella creencia ya no es una virtud que nos da vida, energía y realización, sino un castigo autoimpuesto que lo único que hace es debilitarnos y frustrarnos porque agotamos nuestras propias fuerzas para conseguir algo que sería mucho más fácil de conseguir sin desgastarnos ni física ni mentalmente si pidiésemos ayuda.  Tenemos que internalizar y normalizar que es PERFECTAMENTE VÁLIDO PEDIR Y ACEPTAR AYUDA.  

Pedir ayuda no es de débiles, es de inteligentes. Y no estoy hablando de quienes abusan del sistema y no hacen nada por su cuenta por vagos y aprovechadores de la empatía y filantropía de los demás. Hablo de tantas personas y en especial mujeres que preferimos sobre esforzarnos pasando los límites sanos del esfuerzo individual porque creemos que si pedimos ayuda estamos demostrando que no podemos solas, que no somos fuertes, que no somos capaces, ni soberanas ni independientes. Nada más falso. Y no solo falso, sino que además super dañino.

Está perfecto ser mujer maravilla, pero hasta la mujer maravilla de las historietas es parte de la liga de la justicia, es decir, ella también solicita la ayuda de sus amigos cuando no puede algo sola o sabe que es mejor hacerlo con ayuda. Por pedir ayuda la mujer maravilla no deja de ser ni mujer ni maravilla. Esa es la parte que no nos contaron, esa es la parte que mi amigo reforzará con su hija y que muchas otras mujeres y hombres haríamos bien en internalizar. Está bien reforzar la autoimagen de mujer capaz e independiente pero también hacerle ver que es sabio y útil saber pedir ayuda y que eso no hace que sea menos capaz o menos independiente, al contrario, demuestra inteligencia y autoconocimiento y la hace ser parte de un todo más grande, de un grupo de amigos, de una red de colaboración.

Muchas veces he visto mujeres, especialmente madres que sienten que tienen la obligación de lograr todo solas, siempre. Se les olvida que los padres tienen la misma responsabilidad en la educación de sus hijos, o que los maridos tienen las mismas responsabilidades en casa. En ese caso concreto no se trata de colaboración o de ayuda, sino simplemente de asumir cada uno su parte de responsabilidad en un contexto dado.

Volviendo al tema de las mujeres maravillas. Durante décadas yo misma me he sobre esforzado queriendo hacer todo lo que me concernía por mi cuenta, creía que tenía que demostrarles a todos, y sobre todo a mí misma, que yo podía con todo, que no me hacía falta la ayuda de nadie porque yo era una mujer capaz e independiente. El problema fue que esa creencia limitante no me trajo solo la alegría de los éxitos alcanzados, sino que me metió en un ciclo de auto-explotación más allá de lo saludable, del que no fui consciente por mucho tiempo. Ahora puedo ver las cosas de un modo muy distinto, obviamente sigo siendo una mujer fuerte, capaz e independiente que hace su mejor esfuerzo individual, solo que ahora, además, reconozco cuándo estoy a punto de cruzar la línea que divide el esfuerzo sano del sobre-esfuerzo en vano. Y esa capacidad de reaccionar y pedir ayuda antes de que la aguja pase a marcar la zona del sobre-esfuerzo me hace aún más fuerte porque no me sobre exijo más allá de los límites saludables tanto física como emocionalmente.  Hay un tema adicional que va ligado a esto y es el sentimiento de culpa, porque además de no pedir ayuda cuando hace falta, a veces desarrollamos un absurdo sentimiento de culpa por no poder con todo solas todo el tiempo.  Hay que liberarse de eso y recordar que ni la mujer maravilla, ni supermán sienten vergüenza por pedir ayuda cuando es necesario.

Si conoces a alguien a quien le puede servir esta reflexión, sé amable y ayúdalos compartiéndosela.

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